sábado, 23 de marzo de 2013

Día 163. Torres del Paine – Trekking W


Y de repente llegó el día. Después de las tres semanas de voluntariado y un breve paso por Puerto Montt para comprar unos sacos en los que no morir congelados, el 6 de marzo estábamos en la administración del Parque Nacional Torres del Paine a punto de iniciar la que dicen que es una de las caminatas más espectaculares del mundo: la W. 


Probando el saco en Puerto Montt


Se trata de un recorrido que se suele hacer en 3-5 días, no es demasiado complicado, sólo una de las etapas está clasificada como “difícil”, el resto son “moderadas”,  pero destaca por sus paisajes impresionantes, glaciares increíbles, lagos cristalinos y todo un sinfín de cosas bonitas. Nosotros decidimos hacerlo en seis días. 



Etapa 1. Administración – Paine Grande

Este primer día fue un añadido que hicimos al circuito tradicional. Son  cuatro horas de caminata por una zona muy poco transitada y muy llanita que nos sirvieron para calentar un poco las piernas y prepararlas para todo lo que vendría después. A pesar de que no esperábamos mucho de esta etapa, acabó siendo bastante increíble: kilómetros y kilómetros de pasto con las torres al fondo. Nada mal para empezar.




Dimos los primeros pasos y empezó a llover, pero poco a poco el día se fue abriendo hasta quedar casi totalmente despejado justo cuando llegamos a la zona del lago. 




Sólo quedaba media hora para pisar el campamento, pero estábamos cansados, sobre todo por el peso que llevábamos en la mochila. No estábamos acostumbrados a cargar tanto peso tanto rato, pero al mismo tiempo estábamos contentos, el día había ido genial, así que montamos la tienda y nos duchamos, o medio duchamos en el caso de Fran. Cuando él entró a la ducha se acabó el gas del baño de los hombres y el agua salía congelaaadaaa.  Cenamos, para celebrar el buen comienzo nos tomamos una minibotella de vino, y a las ocho y media ya estábamos en el saco,  que al día siguiente la cosa pintaba durilla.





Etapa 2. Paine Grande – Refugio Grey –  Glaciar Grey – Refugio Grey

Teníamos previsto llegar al refugio Grey en unas tres horas, hacer un par más hasta el mirador del glaciar Grey y regresar al camping a dormir. En total, unas siete horas de caminata. Pero, ¡sorpresa!, nos levantamos y estaba lloviendo. Al principio sólo eran unas gotitas, así que fuimos a desayunar. Cuando empezamos a desarmar la carpa ya estaba diluviando. Parecía que no iba a parar, así que empezamos a andar. Pero el tiempo en la Patagonia es imprevisible, y media hora después de salir de Paine Grande ya había parado. 


Con el kit de lluvia
Llegamos a la laguna de los patos con la esperanza de que despejara un poco y poder seguir la caminata sin sol pero con vistas. Ni hablar, el glaciar, a lo lejos, apenas se apreciaba y, por si fuera poco, llovía de nuevo. Y no paró hasta que llegamos al campamento, así que fueron como dos horas de trekking con lluvia intensa, barro, rocas de medio metro y charcos. ¡Qué contenta estaba de haber decidido hacer la W!



Llegamos al campamento y seguía lloviendo, así que montamos la tienda como pudimos, no nos sentíamos los dedos pero nos hicimos una sopa y después de cambiarnos nos metimos en el saco. Por suerte, a media tarde despejó, es que el tiempo aquí es muy cambiante… (en la Patagonia nos lo han dicho como cien veces), y lo que empezó como un día horroroso se convirtió en uno de nuestros mejores recuerdos de este viaje hasta el momento. 



 

Andamos unos quince minutos y nos encontramos delante del impresionante glaciar Grey. ¡Uau! No era el primer glaciar que veíamos, pero sí el primero al que nos acercábamos solos, sin tour, sin gente. Nadie. El glaciar y nosotros. Y dos japoneses que salieron de la nada. Fue un momento mágico.








Igual de mágico que el rato que pasamos en la tienda antes de cenar. En mi defensa tengo que decir que el frío lo llevo fatal, soy más de primavera-verano, manga larga y pantalón corto, y cuando se me mete el frío dentro, no hay modo de tranquilizarme. Regresábamos del momento mágico en el glaciar cuando el cielo empezó a taparse, la maldita llovizna empezaba a caer sobre nosotros y decidí meterme de nuevo en el saco. De repente, cosas del aburrimiento y estoy convencida que de los efectos secundarios del principio de congelación que tenía encima, empecé a imaginar cómo sería morir de frío, de ahí caí en la cuenta de que con lo profundo que duerme Fran, si yo moría de frío esa noche, no se iba a enterar hasta el día siguiente, ¡cuando yo ya estuviera pajarito! Empecé a ponerme nerviosa de verdad, eran las siete y ya hacía un frío que pelaba, no quería ni pensar en la sensación que tendría a las tres de la mañana, así que procedí a repartir todos mis bienes materiales (pocos) entre mis seres más queridos.  A todo esto, Fran partiéndose de la risa en el saco y yo a punto del llanto. ¡Qué momento más tremendo! 


Fran tronchándose de la risa
No sabía si reír o llorar. Pero al ver que metida dentro del saco con tres pares de calcetines, dos mallas, la camiseta térmica, el forro polar, la bufanda y el gorro empezaba a entrar en calor, me tranquilicé y ya pudimos ir a cenar. 


Etapa 3. Refugio Grey – Campamento Italiano

Para llegar al campamento Italiano tuvimos que pasar de nuevo por el campamento Paine Grande. Allí hicimos una parada de media hora para comer unos panecillos y un Súper 8 (una especie de Kit-Kat, pero de una sola barra bastante grande. ¡Mmm!). El sendero hasta el campamento Italiano está clasificado como “fácil”. 



Parte del bosque quemado debido a los incendios de 2005 y 2008.  Un "descuido" fatal.
La verdad es que no tiene demasiada complicación y en un par de horas llegamos. Lo mejor de todo es que para entrar al camping hay que pasar por un puente colgante, cruzas el río y las vistas son espectaculares. Hacía un solete… que no dudamos ni un minuto en prepararnos unos bocadillos y sentarnos en una roca a comer. 






Habíamos caminado cinco horas y estábamos bastante cansados, así que decidimos dejar para la mañana siguiente lo de subir al mirador francés. Aiiiix. ¡Nunca dejes para mañana lo que puedas hacer hoy! Sobre todo si hoy hace sol.


Etapa 4. Campamento Italiano – Mirador Francés –Refugio de los Cuernos  

Habíamos superado el ecuador, y el cuarto día parecía que iba a ser tranquilo. Queríamos subir hasta el campamento Británico y un mirador que estaba a media hora de éste, pero amaneció lloviendo, así que tuvimos que dejarlo en el mirador Francés. El ascenso fue espectacular, muy muy bonito y muy muy rocoso también.



Llegamos arriba al cabo de una hora, y estaba bastante tapado. Esperamos a que despejara un poco para poder ver algo y me cagué de medio. De la montaña que teníamos delante empezó a desprenderse nieve, miniavalanchas se sucedían cada cinco minutos y la montaña no paraba de rugir. 



Nos hubiéramos quedado más rato a ver aquel espectáculo, pero empezó a llover, así que construimos una minitorre con piedras para dejar huella de nuestro paso y emprendimos el descenso hacia el refugio de los Cuernos. 




Lo que más nos sorprendió de este nuevo tramo fue encontrarnos, de repente, en una playa de piedras. Pasamos de estar rodeados de montañas nevadas a casi tener los pies metidos en un lago inmenso.



Ya quedaba poco para llegar al siguiente camping. No nos duchábamos desde el segundo día, sólo pedíamos que hubiera agua caliente y que los baños fueran normales. Los baños ecológicos del camping anterior (grandes agujeros en los que podías ver sin ningún tipo de sutileza lo que había expulsado el campista anterior, y el anterior, y el anterior y el anterior) nos impactaron mucho.   


Alegrándonos los corazones

Etapa 5. Refugio de los Cuernos – Campamento Torres – Mirador Torres – Campamento Torres

Ésta era la etapa estrella del trekking. Nos esperaban ocho horas de caminata y las dos últimas parecía que iban a ser espectacularmente empinadas. Nos preparamos para lo peor y al final no fue tan malo. Además, al día siguiente ya regresábamos y por lo menos yo sólo hacía que pensar en la rica cena que nos esperaba en Puerto Natales. 




Lo mejor de todo fue que cuando acabamos de subir y subir y subir llegamos al mirador y ahí nos dimos cuenta de que todo el esfuerzo que habíamos hecho desde el día uno había valido la pena. Estábamos ante las tres torres y la laguna azul, y aunque había más turistas, el lugar estaba tan tranquilo que impresionaba. Para acabarlo de rematar, empezó a nevar. Fue el momento más especial del trekking junto con el día que vimos el glaciar. 





Sólo por estos dos momentos valen la pena las horas de caminata, pasar frío por las noches, cargar con kilos de comida, no ducharse cada día, aguantar la lluvia, comer pasta preparada un día y otro y otro, y defecar en el wáter de plástico más pestoso del mundo mundial.




Etapa 6. Campamento Torres – FIN

De la última etapa sólo diremos que fue todo bajada y que ambos llegamos con las rodillas en su sitio. Mientras esperábamos el bus nos comimos tres frankfurts, dos bollos de pan y una Coca-Cola. Llegamos a Puerto Natales y tras una ducha de media hora nos fuimos a cenar: lomo a lo pobre, pizza, vino y mousse de chocolate. ¡Habíamos sobrevivido a la W y teníamos que celebrarlo! 







En el autobús de regreso a Puerto Natales nos dimos cuenta de que ésa iba a ser nuestra última aventura chilena. Nos dio el bajón porque para nosotros Chile ha sido un país muy especial en este viaje. Hemos pasado casi tres meses allí, hemos voluntariado, trabajado, comido asados hasta hartarnos, hemos reído, llorado, pillado cogorzas, subido montañas, nos hemos bañado en lagunas saladas, caminado bajo la lluvia… En fin, que hemos estado como en casa. 



Un saludo a todos nuestros amigos chilenos: Ale, Cata, Ángeles, Isi, Jose, Guillermo, Jean Pierre, Agustín, Hernán, Pato, Will, Carolina, Lauri, Thomas, Martínez, Janette, Larry y Paulina. 

2 comentarios:

  1. Aish! Como podéis llevar todo solo en esas mochilas! Con el frío que debe hacer!! Está claro que debo aprender a hacer maletas!
    Muak

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  2. Lo mejor de todo es que Fran llevaba el pareo de la playa que compramos en Formentera y que ahora ya pesa unos tres quilos! Y no nos dimos cuenta hasta el tercer día. Fran decía "qué raro que me pese tanto la mochila...", jejeje. Besitos, Fátima!

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